10/3/07

La matemática del poder

Hoy en día estamos acostumbrados a que las empresas nos manipulen y moldeen creándonos necesidades, encasillándonos en grupos de consumo, etc. Lo asumimos con naturalidad, igual que asumimos que hace tiempo que la mejor radiografía de una persona no la hacen en los hospitales con rayos X, la mejor radiografía es el extracto de nuestra tarjeta de crédito. Somos lo que gastamos, y esto es moldeable a través del marketing. No solo nos venden productos, nos venden estilos de vida. Es lo que hay, la mayoría de nuestras decisiones, conscientes o inconscientes vienen condicionadas desde arriba, y no hablo de Dios precisamente. Como decía, todo esto lo asumo como parte de nuestra sociedad.

Sin embargo lo que me agota, lo que me hastía de verdad es el nivel de manipulación política al que hemos llegado.
No nombraré los hechos porque ya son de todos sabidos.
No entraré en quién fue primero, si el huevo o la gallina.
No pienso poner en una balanza imaginaria los méritos y errores que han cometido los grandes partidos en España en los últimos años.
Se han dicho muchas cosas por las dos partes, auténticas salvajadas y atentados al sentido común. Todos se echan en cara que ocultan algo, que no dicen la verdad, o que solo dicen su verdad. Nos tratan como auténticos gilipollas, y la verdad es que en cierto modo todos entramos en su juego alineándonos en un lado o en otro, porqué ya ha llegado un momento en el que no hace falta que te pongas de un lado o del otro, sino que simplemente si no te pones en un lado (porque no quieres ponerte en ninguno), entonces es que estás del otro.

Solamente hay una cosa en común entre los dos grandes partidos. Y es precisamente lo que no nos dicen, que ambos no nos ven como personas, sino como votos. Somos números. Realizan encuestas casi diarias sobre intención de voto, tantean con globos sonda nuestras reacciones, se apoyan en los medios de comunicación (¿o es al revés?) para crear opinión (SU opinión). Juntan todos esos ingredientes, los meten en una coctelera y prueban el resultado. Si la suma de votos final les da la mayoría, o les permite alcanzarla pactando con el mismísimo diablo, entonces siguen en esa línea.

Es como si todo fuera una enorme ecuación, donde cada uno de nosotros somos una incógnita (cada vez menos incógnita). Lo que importa al final es hacer que cada uno de nosotros, acuda a votar porque hayan conseguido tocarnos la fibra. Y da igual que esa fibra que nos tocan sea una primera necesidad (vivienda, trabajo, seguridad social), o un sentimiento impuesto (indignación, nacionalismo, rencor). Todo da igual si al final les damos a los políticos y a los lobbys que los dominan, nuestro cheque en blanco para que sigan peleándose entre ellos como perros con rabia otros cuatro años.

Me considero una persona optimista. Creo que la vida al final tiene que ser mucho más sencilla que todo esto. Creo que si todos dedicáramos más tiempo a luchar por nuestros deseos en lugar de a hacernos mala sangre por imposiciones políticas, nos iría mucho mejor.

En cuanto a votar a unos o a otros, o no votar, realmente da igual lo que yo piense, porque seguro, que en su ecuación también tienen controlado el porcentaje de gente que piensa como yo…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como diría aquel: TOTALMENTE DE ACUERDO