22/1/08

Cursillos...


Curioso mundillo el de los cursillos (¡si es que soy un poeta!). Tras varios cursos infumables y otros tantos arrepentimientos por haberme apuntado, y para que no caigáis en la misma trampa, dejarme que os cuente una serie de pautas que se dan siempre en cualquier cursillo y que conviene tener en cuenta:

A los dos minutos el profesor/a muy original el/ella dice la frase:

- Bueno, soy Tal y para que el curso se nos haga más ameno, lo mejor es que nos vayamos conociendo, así que me gustaría que a continuación todos y cada uno de vosotros:

1- Os presentéis
2- Contéis a los demás donde trabajáis
3- Me expliquéis los motivos por los que os interesa este cursillo
4- Cojáis los látigos que hay en el rincón de la sala y os flageléis la espalda durante diez minutos.

Bueno, el punto 4 no lo suelen decir, pero vamos, no estaría de más para rematar la tortura.

Claro que hay gente que tiene la suerte de no tener que pasar por los tres primeros puntos, por ejemplo mi primo Manolo, que es un impresentable (exento del punto 1), está en el paro (exento del punto 2), y se la pela cualquier tipo de curso (exención del punto 3).

En fin, que cuando ya has pasado por el trago de las presentaciones, tardas exactamente diez minutos y quince segundos en hacerte a ti mismo un pregunta:
¿pero que coño pinto yo en este curso?


Y es que o el profesor es un muermo, o ya sabes lo que está contando, o te das cuenta de que aunque te pongas a estudiar 5 años en Harward no alcanzarás el nivel necesario para entenderlo.

Entonces pasas a la fase de hacer esquemas, o sea empiezas a pintar la típica telaraña en una esquina de la hoja, después te pones a hacer polígonos, sigues por unas firmas y acabas por apuntar la lista de la compra. Justo cuando vas por “comprar yogures”, a las dos horas, el profesor da el descanso.

Dice aquello de “en diez minutos aquí, eh, que si no nos va a dar tiempo”


Y tu piensas:

“Tiempo de qué, cabrón, ¿de licuarnos el cerebro?, ¿de coger una depresión?”


Así que sales pensando en que antes de media hora no te van a ver el pelo. Piensas que lo peor ya ha pasado, pero no, lo peor está por llegar, por que pasas a la fase denominada:


“El corrillo de la risa mje mje”
Y es que de repente te encuentras en medio de seis desconocidos, con un cortado imbebible en la mano, y sin saber qué decir. Eso sí, en cuanto alguien dice algo, lo que sea, todos a soltar la risilla, que transcrita sería algo como “mje, mje”.

Yo creo que el cerebro ya está preparado y le dice a la boca:


- “mira, boca, estamos en el corrillo de un curso, así que no esperes a entender lo que está diciendo ese tío: en cuanto termine de hablar, tu dí “mje mje”, y luego añade: “si que es verdad, si”.

Y lo cierto es que es así, está científicamente demostrado que usando solo esas dos expresiones superas el descanso sin problemas.

Y así van pasando las horas, mientras vas entrando en un estado de aplatanamiento general (denominado en inglés “general abananament”), mirando el reloj cada diez minutos y no viendo otra cosa que la hora de salir de allí. Piensas que ya está, que solo quedan cinco minutos, cuatro, tres… y entonces ocurre: el verdugo, perdón el torturador de las S.S., quiero decir el profesor va y dice:


-Bueno, con esto hemos terminado, ¿hay alguna pregunta?


-Se produce un silencio sepulcral. Todos empiezan a recoger, ¿todos? No, claro, está el típico listillo tocahuevos, el que se ha pegado toda el día preguntando chorradas, que va y le dice que no está de acuerdo con la última parte. Que si la puede repetir y hacerle una demostración.


Así que, cuando por fín, con veinte minutos de retraso, sales a la calle, ya tienes muy claro que no te vuelves a apuntar a un cursillo si no es a punta de pistola.

Aunque claro, de los errores se aprende, así que mientras vas de camino a casa, siempre acabas sacando otras dos conclusiones:


1ª, que al día siguiente, en cuanto llegues a la oficina, le vas a recomendar esta “maravilla” de curso al compañero que peor te caiga, para que se joda también.

2ª, que Mónica, la que te recomendó el curso, a lo mejor no es tan amiga tuya como creías…

9/1/08

A la moda


El otro día estaba viendo un capítulo de Perdidos. En el sexto intermedio, pusieron un anuncio de Zara. No me preguntéis por qué, pero me surgió un pensamiento. Que le pasaría a alguien que estuviera quince años perdido en una isla, y al volver se fuera a comprar la ropa a una tienda de estas tipo Zara.


Para empezar, si la tienda era unisex, (o sea para gente de un único sexo, o sea para todo el mundo menos para los caracoles que tienen dos, o para Nacho Vidal, que tiene uno y medio), el naúfrago se encontraría con que la ropa que él comprara pensando que era de hombre, resulta que sería de mujer, y si se decidía a comprarle un bolso a su señora, seguramente sería de tío.


Y es que joder, cada vez hay menos diferencia. Antes estaba todo muy claro:

¿trajes? Hombre, ¿bolsos? Mujer.

Pero ahora ya no. Todo ha cambiado. Hasta los dependientes/as.

Lo de los dependientes modernillos, también tiene su miga. Todos llevan el pelo ese que parece que van despeinados pero no, mientras que ellas tienen el pelo cortísimo y van con traje chaqueta. Sin ir más lejos el otro día hasta que no llevaba quince minutos hablando con el dependiente no me di cuenta de que era un tío.


¡Y cómo te aconsejan! Por que esa es otra. ¡Ay como se te ocurra preguntarle a un muchachete de estos por unos zapatos!


De entrada te encuentras con un baby-Beckam de 20 añitos, que te dice que te compres unos zapatos naranjas terminados en punta y con los cordones rojos porque…… él tiene unos iguales y de hecho se los va a poner esa noche para salir de marcha!!!


Y tú que te muerdes la lengua mientras piensas:

¿Se me habrá llenado la cara de acné desde he subido del aparcamiento?,

¿Me habré puesto la camiseta de Los Lunis de mi sobrino en vez del jersey negro?

¿O es que como estoy al lado de la estantería de las mochilas, directamente me ha confundido con Pocholo?.


Y entonces, después de contar hasta diez, le dices:


- "Mira, es que creo que tu y yo no tenemos el mismo estilo".


A lo que él, muy serio te dice:


- ¡Ay, que pena!, es que CLASICO aquí no tenemos nada.


Vamos, que te dan ganas de decirle:


"Es verdad, perdona nene, creo que lo mejor será que vuelva a mi carruaje y regrese raudo al castillo, que si no me perderé el torneo de caballeros andantes de las siete".


Así que nada, me estoy planteando seriamente comprar con el catálogo de VENCA, que oye, no tendrá glamour, pero no tienes que preguntar a nadie porque al comienzo de cada página, te dice bien clarito: “pantalones caballero” y además no tienes que aguantar impertinencias…

Sin regalos...


Tengo que reconocerlo. Estoy de mala leche. Y es que solo han pasado dos días, y me acaban de preguntar otra vez la pregunta del millón: “¿Que te han traído los Reyes?".
Este año me ha dado por contar las veces que me lo han preguntado, y contando las de esta mañana, van 123.624 veces. Pero si hasta me lo ha preguntado la Guardia Civil cuando venía al trabajo en coche!!! Me han parado en la autovía, y cuando he bajado la ventanilla, me ha dicho el de Tráfico:
- ”Buenos días, documentación, permiso de conducir, ¿qué le han traído los Reyes?”.

Y yo a la gente le contesto siempre lo mismo:
“Nada, pero no te preocupes que no tenía esperanzas. La última vez que me trajeron algo iba a los sitios en triciclo y me pensaba que echar un polvo era ponerse hasta arriba de tierra”.

A lo que te contestan siempre con cara de sorprendidos: “¿Nada…. nada?”.

Y puedes en ver su mirada sus pensamientos (uy pobre, no tiene quien le quiera, debe ser una persona antisocial, seguro que vive solo, no tiene amigos y ha sido repudiado por su familia, probablemente por haber tenido problemas con las drogas y el alcohol).

Y entonces, por terminar dices: “Yo es que no celebro estas cosas”.

Y quien te lo ha preguntado piensa: “claro, no lo celebra por miedo a caer en las drogas y el alcohol otra vez… pobre chico, que mal lo debe estar pasando. Y parecía una persona normal”.

Total, que siempre después de mantener esta conversación me entra una irremediable mala leche.
Tiene que pasar un rato para que, pensándolo ya en frío, me dé cuenta de que no tiene sentido sentirme mal porque la gente me recuerde que no me han dejado nada los Reyes Magos.

Los Reyes Magos: unos seres imaginarios, que tienen 2000 años, que se cruzan medio mundo en camello pudiéndolo hacer volando en una alfombra mágica, por ejemplo, que atraviesan desiertos a 50º sin quitarse una capa de felpa, y que van acompañados de una cuadrilla de sotas de la baraja con pantys, capa y un sombrero con plumas.

Es como si me cabreara porque el otro día cuando se me pinchó la rueda del coche no viniera Superman a levantarme el coche mientras la cambiaba!!

Sí. Tiene guasa lo de los Reyes. Y luego nos quejamos de lo tontos que suben los niños. Nos quejamos de que la juventud que viene se lo crea todo, no tenga ideales y solo piense en consolas de videojuegos y en hacer botellón.
Pero si desde pequeños les hacemos comulgar con ruedas de molino!.Si todo el mundo conspiramos para hacer creer a los pobres críos que los regalos que aparecen debajo del árbol los han traído tres Reyes Magos con tres camellos y doce pajes. ¿Pero como va a caber toda esa gente en un piso de 50 m2?

Claro que, pensándolo fríamente, lo de los Reyes aún tiene cierta lógica, si tenemos en cuenta que la alternativa es un abuelo gordo de barba blanca que se mete por las chimeneas por nochebuena sin que nadie lo vea a pesar de ir vestido con un disfraz de felpa rojo y moverse en un trineo con renos voladores…