9/5/07

Las mujeres de mi vida


Me ha dejado mi novia.

No, no, no quiero daros lástima. Estoy bien. De verdad.

Supongo que la echaré de menos, pero lo superaré. La verdad es que nuestra relación era un poco especial.

El principal motivo por el que me ha dejado es porque decía que casi no nos veíamos. Yo le dije: cariño, es normal que me veas poco, recuerda que trabajas en la ONCE. Pero ella no aceptaba mis explicaciones y anoche me encontré una nota en braille en la nevera diciendo que me dejaba. Una pena.

El caso es que últimamente no he tenido mucha suerte con las mujeres.

Con la que más duré fue con una china. Se llamaba Son Yi Chan. Lo malo que tienen las chinas son los nombres, que se prestan a la confusión. Un día la perdí en el Carrefour y cuando dije su nombre en información me trajeron un DVD.
Era muy maja. Amarilla limón, pero maja. Trabajaba en un restaurante, chino, claro.
Conviviendo con ella descubrí muchas cosas sobre la cultura china. Por ejemplo a los chinos no les gusta que les regales mascotas. Un día le regalé un gatito y al día siguiente me dijo que se le había escapado. ¡Que poco interés!. Eso sí, esa noche me preparó un guiso impresionante. No sé si era pollo o qué pero estaba buenísimo…

Nunca llegué a cogerle el truco a su mirada. No sabía si estaba sospechando o estaba de buen rollito (de primavera, por supuesto). Otra de las dificultades era reconocerla. En casa estaba claro, tenía que ser ella, pero una vez fuera… anda que no me he cansao yo de darles besos a todas las chinas que me cruzaba por la calle!.



De la noche a la mañana me dejó, sin más. Se fue “a la china callando”. Luego me enteré que me había dejado por su profesor de kung fu. Ya debía haber sospechado antes, porqué meses atrás, cuando me lo presentó, él me llamó “pequeño saltamontes con cuernos”. Yo pensé que era un nombre típico del kung fu, pero ahora veo que el muy cabrón se me estaba cachondeando.

Bueno, ahora os dejo. He quedado para cenar con una abogada y al parecer no tengo derecho a hacerla esperar…

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